martes, 28 de junio de 2011

J.D.SALINGER, Kenneth Slawenski

Kenneth Slawenski, un devoto lector de J.D.Salinger, como lo son casi todos sus lectores, mantuvo durante siete años una página web que se convirtió en la fuente más importante y fiable acerca de la vida y la obra del escritor estadounidense. Su biografía, J.D.Salinger. Una vida oculta (Galaxia Gutenberg, 2010, A Live Raised, trad. Jesús de Cos), es un minucioso e inteligente estudio que revela la dura lucha social y personal de uno de los mayores autores de la literatura anglosajona del siglo XX.

Con admiración y respeto, pero también sin concesiones, Kenneth Slawenski aborda la complejidad de sentimientos que convirtieron a Jerome David Salinger en un extraordinario escritor, tan «literario» como entrañable para millones de lectores de todo el mundo. Esos lectores que supieron comprender y sentir lo que sus editores no comprendieron o no supieron ver, tan apoltronados, como siempre, en sus torres de soberbia y mercantilismo. Son muchos los elementos que hacen de esta biografía del autor de El guardián entre el centeno un libro interesante, pero sobre todo vale la pena destacar su carácter de lección para muchos jóvenes escritores o aspirantes a serlo. La narración de la vida de Salinger, más allá de las peripecias personales, que lo llevan a ingresar en el Ejército, participar como agente de contraespionaje en el desembarco de Normandía y la invasión de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, resulta aleccionadora en tanto revela la fuerza de su vocación. De no ser por esa fuerza y la convicción absoluta de la valía de su escritura, aunque oscilase entre lo «comercial» de las revistas «satinadas» y lo «serio», que le exigía The New Yorker, Salinger no hubiese podido resistir tantas humillaciones y descalificaciones sobre su modo de escribir y ese tipo de excusas tan insidiosas que suelen ofrecer los editores, como que «su escrito es tan bueno, que sólo tendrá muy pocos lectores». Inicialmente El guardián...estaba previsto que fuese publicado por Harcourt Brace, pero su director pretendió que lo reescribiera para hacerlo más comprensible.  Slawenski relata de este modo la pusilánime confesión del director editorial obligado por el vicepresidente de la misma a pedirle a Salinger semejante cosa: No me di cuenta del gran apuro en que me encontraba hasta que Reynal [el vicepresidente] lo leyó. Preguntó: «¿Se supone que Holden Caulfield está loco?». También me dijo que había entregado el manuscrito a uno de nuestros editores de libros de texto para que lo leyera. Yo le dije: «¿Qué tienen que ver los libros de texto con esto?». «Va sobre un estudiante de preparatoria ¿no?» El editor de libros de texto entregó un informe negativo, y así terminó el asunto».
Kenneth Slawenski analiza asimismo el carácter conflictivo del autor a medida que madura, especialmente durante su experiencia en la guerra, y cómo va encauzando esa energía hacia una espiritualidad próxima al zen que sustenta sus mejores creaciones, en la que las acciones cotidianas y más sencillas cobran una dimensión que desnuda el alma de los personajes y hace más factibles su identificación con los lectores. 

lunes, 20 de junio de 2011

EL ARPA DE HIERBA, Truman Capote

Capote visto por Fernando Vicente
  

Con Arpa de hierba (Argos Vergara, 1980, trad. Joaquín Adsuar), publicada originalmente en 1951, Truman Capote se consolidó como una de las voces más originales de la literatura estadounidense. Su lectura en estos tiempos desdice la argumentación de los defensores del dirty realism y la «literatura de mercado» devolviendo al lector a la edad de la inocencia poética.

El arpa de hierba es una novela de escasa trama que sostiene toda su tensión y virtualidad en una estructura poética cuyo influjo alcanza el carácter y la naturaleza de los personajes y sus íntimas historias. Ya su inicio es una especie de «érase una vez...», que se traduce en la metáfora de las voces de una pradera como narradoras de las historias de las gentes del pueblo, que el adolescente y huérfano Collin Fenwick, asume para narrar desde ella la historia de sus primas solteronas -Dolly, de quien se confiesa enamorado, y Verena, y de su singular criada negra, Catherine-, y de las gentes del pueblo.
La tersura de la narración y el trato lírico con la prosa son fundamentales para un clima que es en sí mismo una prolongación de la tradición literaria del profundo sur estadounidense, uno de cuyos maestros más notables fue sin duda William Faulkner. Capote, es posible, renuncia intencionadamente a la complejidad y sino trágico de los personajes de este maestro para exponer un fresco vitalista y esperanzador acerca de la gente, aunque las traiciones y torpezas de algunos y la incomprensión del acontecer del mundo parezcan indicar lo contrario. La misma visión de una mujer mayor acompañada de su joven primo, su amiga negra que se cree india yéndose a vivir a una casa construida en un árbol, a la que también acuden un viejo juez y un joven con un historial de niño maltratado, sitúan al lector ante la disyuntiva de aceptar la inocencia y el amor como arma  inefable contra la violencia y la intolerancia de una sociedad tan humana como prejuiciosa, o entregarse a la indiferencia acomodaticia.
El arpa de hierba sin ser una novela mayor propone un camino que hace que el lector se pregunte qué hubiera podido crear Truman Capote de haberlo seguido en lugar de prestar su talento a la tentación de un éxito más mundano y práctico, como le posibilitaron Desayuno en Tifany's y, sobre todo, A sangre fría, novela ésta con la que inauguró la  non-fiction novel.

domingo, 12 de junio de 2011

LEVE SANGRE, Jeannette L. Clariond


Jeannette L. Clariond, quien acaba de publicar en España Leve sangre (Pre-Textos, 2011), es una de las poetas mexicanas más relevantes de la actualidad. La claridad y densidad de sus versos sostienen una poética que se si bien posa su mirada en la remembranza y en lo cotidiano se eleva hacia una búsqueda mayor que haga más comprensible la realidad del mundo.

Jeannette L. Clariond, de quien se dice que tanto como poeta, traductora y ensayista, ha fijado su atención «en el mito como elemento estructurador del ser y la cultura», construye su poema con esa referencia, pero su voz suena con la delicadeza y la fuerza de quien se sabe dotada para afrontar una experiencia mística que le revele la  compleja luz de la verdad. Su voz es la brisa, acaso ese «viento desnudo» que le enseña la duda - ¿es real que la tarde se vacía? / La poesía es ausencia de agua, puerta / que abre otra puerta y una más- y la soledad -amé creyendo en el abandono-, pero también es la evocación, el tiempo, esa memoria [que] llena sus vacíos, porque es su mirada la que da sentido a su existencia, la que llena la tarde. Clariond parece saber, y así lo hace constar en Leve sangre, que su existencia es esa levedad que le da la conciencia de ser en el espacio y en el tiempo, memoria que la sitúa ante los sentidos y la experiencia de los sentidos. Si es cierto que al crepúsculo todo tiene su hora, entonces vi / un ánsar borrarse en la niebla, ... Ver, sentir y preguntar - ¿Qué se busca? ¿Qué alcanza en su límite la llama?-, porque el ser humano no sólo es ser pasivo que acepta las leyes de los dioses, sino energía inquisitiva, la misma que movió la mano de Eva a coger el fruto, que aspira y lo lleva, no sin miedos, a conocer su propia razón del existir. Háblame de otra luz, la vasija está en el suelo. / Siento miedo al naufragio...Pero, en justicia, esta es sólo una de las varias lecturas que propone este Leve sangre, libro hermoso de rigurosa poesía.

sábado, 4 de junio de 2011

HACIA LO ABIERTO, Goya Gutiérrez



Goya Gutiérrez propone en Hacia lo abierto un viaje al interior del Universo, que es lo abierto del alma humana, en el sentido que le da Rainier María Rilke, de quien la poeta recuerda aquel poema cuyos dos primeros versos dicen: Con todos sus ojos ve la criatura lo abierto. / Porque cerca de la muerte uno ya no ve la muerte...


En este breve libro, cuya edición ha sido enriquecida con poemas visuales de Edu Barbero y fotografías de Enric Velo, Goya Gutiérrez se asienta en los cuatro elementos fundamentales -Tierra, Agua, Aire, Fuego- para llevar al lector a una reflexión sobre el alma y la condición humana y lo hace reduciendo cualquier metáfora a una inequívoca declaración de principios ante la angustia esencial del hombre: No temer a la muerte sí a los dioses / impuestos y palpables. Desde este punto de partida queda claro que el misticismo de Goya Gutiérrez es laico,  de un agnosticismo que revaloriza los cuatro elementos que le sirven para estructurar el poema en sendos apartados correspondientes. Apartados que determinan la paradoja que constituye la existencia del ser humano y del mundo, el finito eslabón / sin principio ni fin del Universo, pues es «el rostro [el ser humano] el que se impone al color de la muerte». Es así como Goya Gutiérrez, lanzada ya hacia lo abierto dibuja un mapa existencial rico en matices, entre los cuales los días se alimentan de la materia carnal y sentimental, de los miedos y de las ambiciones. También de ese gozo único, perdurable en su fugacidad, que nace del cuerpo y ocupa el espíritu. Y eso lo sabe el colibrí que en vuelo / al fondo de su vientre llega / con su lengua avispada incitándola / sorbiendo el dulzor de la mutua entrega  // ¿Y quien entonces siente / sino aquel que arrebató el instante: / cisterna de lluvia y de sombra / vertida en el lienzo? Y al final de esa plenitud, trascendida la muerte, mientras silencioso y presente arde el Ocaso, el ser ha ganado un espacio libre de fronteras, sin adentros y afueras. Porque no son los dioses -parafraseando a Wittgenstein- los que se revelan en el mundo, sino las almas encarnadas de los seres humanos.


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