martes, 10 de mayo de 2011

CUENTOS, Antón Chéjov




La relectura de los Cuentos (Alba Editorial, 2004, trad. Víctor Gallego Ballestero), de Antón Chéjov pone de relieve la modernidad de un maestro del relato corto que trasciende el marco del realismo naturalista, donde, convencionalmente, siempre se lo ha encuadrado.

Antón Chéjov es uno de esos escritores cuyo personal estilo, fluido y preciso, suele provocar engañosas interpretaciones sobre la verdadera significación conceptual de sus textos y personajes. Sin embargo, basta con afrontar una lectura abierta a los sentidos de las palabras, a la entonación de su fraseo sintáctico (de aquí la importancia de una buena traducción, como la presente), para percibir la complejidad del universo que nos propone. Rompiendo con la tradición del cuento didáctico y moralista y alejándose a su vez de las fórmulas de la corriente realista más ortodoxa, Chéjov sienta las bases de una descripción de la realidad en la que -a través de un incipiente monólogo interior- la conciencia individual es elemento clave. Sobre este soporte, la arquitectura de sus cuentos deviene sólida construcción de un universo complejo, en el que los seres humanos se mueven inducidos por el sinsentido hacia una muerte inevitable, atenazados por una impotencia que les impide, aunque comprendan la necesidad de rebelarse y luchar, ser felices. En La dama del perrito, su cuento más popular, pero no el más emblemático de la literatura chejoviana, Verochka, La muerte de un funcionario, Tristeza, Gúsiev la infelicidad, la aceptación de la derrota y la angustia dominan el carácter y la vida de los personajes y dejan en el lector un poso de honda desazón y desesperanza, compensada por la belleza de una prosa que, en ciertos momentos, alcanza un sereno lirismo. 


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