miércoles, 21 de enero de 2009

LENGUAJE Y SILENCIO, George Steiner

Partiendo de la idea bíblica de que somos sujetos verbales y vivimos dentro del discurso, George Steiner reflexiona sobre la vida y la función del lenguaje en la historia de la civilización. Lenguaje y silencio (Gedisa, 2003. Trad. M. Ultorio, T. Fernández Auz y B. Eguibar) es una colección de ensayos, escritos en la década de los años sesenta del siglo pasado en su mayoría, que abordan con inteligencia desde distintos ángulos el largo proceso que ha conducido al lenguaje de pretender abarcar la totalidad de la experiencia y de la realidad del mundo hacia el siglo XVII hasta revelarse al límite de sus posibilidades ya a finales del siglo XIX.
Los devastadores efectos que la industrialización, la cultura de masas y la sociedad de consumo tienen sobre el lenguaje se traducen en su vulnerabilidad frente a los ataques corruptores del poder y en su simplificación léxica. Steiner afirma que la literatura contemporánea no ha salido indemne en la medida que gran parte de la producción literaria expresa una escandalosa mediocridad desde que, con una interesada estrechez de miras se adaptaron los recursos literarios del siglo XIX utilizando la simplificación léxica exigida por la masificación consagrándolo como canon de la modernidad.
Ante esta situación, los arduos esfuerzos por devolver la vida y la capacidad génesica a la palabra para salvar su cada vez más estrechas limitaciones para expresar la realidad parecen conducir irremediablemente el lenguaje al silencio. Así lo sugerían Adorno, cuando decía que después de Auswitchz no era posible escribir poesía, y Wittgenstein cuando afirmaba que más allá de la ciencia teníamos las alternativas de un decir sin sentido o el silencio.

viernes, 9 de enero de 2009

CARAVAGGIO, Helen Langdon


Michalangelo Merisi da Caravaggio es una de las figuras más controvertidas de la historia del arte europeo. «Algunos de sus cuadros fueron rechazados por las mismas personas que lo encargaron, por hallarlos demasiado feos. El reino de lo feo no había empezado aún», escribió de él Stendhal.
La lectura de Caravaggio, de Helen Langdon (Edhasa, 2002, trad. Roser Vilagrassa), abre un amplio horizonte para comprender la conducta y el entorno de un artista genial, acaso uno de los más influyentes de la pintura barroca. Dice Langdon que «para sus contemporáneos, su arte, nacido de los sentidos y basado en modelos al natural, casi tenía poder mágico y causaba asombro y fascinación» [...] que creó un arte católico profundamente arraigado en la espiritualidad contemporánea de la Contrarreforma». Sin embargo, era un individuo provocador y pendenciero, que acabó muerto en una playa en extrañas circunstancias.
Helen Langdon reconstruye en este libro, con detalle y vigorosa plasticidad, la vida de este hombre cuya genialidad artística apenas le servía para contener las reacciones que provocaba su descarada homosexualidad y su atracción por los barrios bajos. Un carácter extraño y díscolo que chocaba necesariamente con los hábitos y costumbres de la alta curia y los ricos hombres que le patrocinaban, en un entorno marcado por la represión, «el terror y los miedos de una época en crisis espiritual» para el catolicismo.

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