sábado, 5 de diciembre de 2009

MENDEL EL DE LOS LIBROS, Stefan Zweig

Mendel el de los libros, de Stefan Zweig (Acantilado, 2009, trad. de Berta Vias Mahou) es un bello relato que trata sobre la ceguera y arbitrariedad del poder. Sin alcanzar la entidad de otros relatos cortos, como Los ojos del hermano eterno, también publicado por la misma editorial, Zweig urde una sencilla historia con una gran carga poética que permite que el lector interiorice con un sentimiento de repugnancia la violencia y la estupidez de un sistema autoritario. Es así como la entrañable figura de Mendel, una especie de catálogo bibliográfico viviente, se convierte en metáfora de carne que sufre la brutalidad de una sociedad cuyas instituciones y hábitos ya aparecen contaminados por las cepas del nazismo. Jakob Mendel es arrestado por un equívoco que nace de la ignorancia y enviado a un campo de concentración por el temor que engendra en todo poder autoritario su naturaleza ilegítima. Zweig, quien impulsó con Thomas Mann y Herman Hesse el bildungsroman o novela iniciática, asienta sobre la forma estética el peso de un discurso que trasciende la vulgaridad de la realidad cotidiana para proyectarlo en un registro superior. Un estadio donde es posible reconocer el verdadero valor de las cosas. De aquí que el narrador, al final del libro diga: «Después me marché y sentí vergüenza frente a aquella anciana y buena señora que, de una manera ingenua y sin embargo verdaderamente humana había sido fiel a la memoria del difunto. Pues ella, aquella mujer sin estudios, al menos había conservado el libro para acordarse mejor de él...».

domingo, 22 de noviembre de 2009

EL MAL DE Q., Antonio Tello


Víctor Escudero, en el prólogo de El mal de Q., Cuentos reunidos 1968-2009, (Candaya, 2009), de Antonio Tello, dice del libro y del autor lo siguiente:
«Los relatos que Antonio Tello recoge en el presente volumen participan de una búsqueda que supera los límites de la palabra narrativa con la que son enunciados, y se encaminan hacia el horizonte de lo expresable. Una búsqueda que se transfigura en exploración de aquello que el ser humano alcanza a decir de sí mismo y del núcleo esencial de su existencia, despojado de todos los aderezos y afeites adjetivales, abandonado a lo sustantivo. El individuo frente a su propia expresión, ese es el compromiso -de ascendencia épica- que destila la escritura de Tello y el centro alrededor del cual giran las variaciones que pueden rastrearse en sus relatos a través de la ordenación cronológica propuesta en esta edición [...].
Cada individuo (para Tello) debe cumplir con un destino que le otorga coherencia al camino recorrido, pero esto no le permite sustraerse al conflicto que supone ignorar desde dónde interpretar su presente. Los relatos de Tello buscan modos de ritualizar la realidad a través de la recuperar de una palabra fundadora, y los personajes tratar de encajarse en una parcela temporal que los trasciende a la vez que los confirma. Sin embargo, los momentos en que se atisba un sentido son siempre críticos, agónicos y pasajes; llevan en sí mismos la simiente de su propia repetición a la par que arrastran una apertura que impide una lectura definitiva. Ese doble camino, esa doble legitimidad, colisiona en un conflicto irresolutble que expone en la palabra el sentir trágico del individuo. [...] La tragedia de Q. entonces, habrá consistido en asistir a un momento epifánico que provocará la descomposición de su identidad.»

domingo, 15 de noviembre de 2009

CUENTOS, Edgar Allan Poe

Cada nueva lectura de los relatos de Edgar Allan Poe supone para el lector una experiencia inédita e intensa. La edición de bolsillo en dos volúmenes de Alianza Editorial, traducidos por otro maestro del cuento como Julio Cortázar, es una gran oportunidad para entrar en un territorio donde el misterio se siente como parte tan natural como desconocida del individuo y del mundo que habita. Poe, cuya dramática existencia lo llevó a perecer víctima de su dipsomanía, encontró en Baudelaire su alma gemela y su gran propagandista en Europa, desde donde se proyectó a todo el orbe occidental para sentar su magisterio. Muchos lo reconocen como el creador del cuento moderno e incluso como el iniciador del cuento policíaco. Pero no reside allí su importancia literaria sino en la concepción de su obra sobre fundamentos poéticos y en su capacidad para reflexionar sobre el acto de escribir, como lo testimonian su famosa su célebre Filosofía de la composición, incluida en Escritos sobre poesía y poética (Hiperión, 2009, trad. María Condor). Su cultura literaria y su sensibilidad para adentrarse en los senderos del alma humana son en él los motores de una escritura que responde en cada cuento a un propósito que trasciende el significado de las palabras y deja en el lector el latido sutil del significante, como exageradamente se lee y se siente en ese cuento maestro que es El corazón delator.

domingo, 1 de noviembre de 2009

M@RES ONLINE, Pura Salceda

Con el precedente de dos excelentes poemarios - Versos de perra negra y A ollada de Astarté-, la poeta hispanomexicana Pura Salceda desnuda en M@res online (Sial/Fugger Poesía, 2008) el nexo afectivo, tan intenso como nítido, que sustenta y justifica la naturaleza de su identidad. Con un verso limpio y tenso, Salceda convierte la palabra en esa nave que surca las vastedades oceánicas arrebatadas por el espíritu y la carne, el sentimiento y el deseo, los elementos que constituyen la pasión amorosa, esa «llama doble», como la llamó Octavio Paz. Sigo caliente y tuya / y un reloj teclea un latido, / entrecortado aliento que gime, / que se rebela en el aire / y se aferra a las paredes / de este cuerpo mío que te contiene [...] enuncia Pura Salceda convirtiendo el deseo en memoria y el tiempo en cuerpo caliente que gime, en ese «minutero húmedo» que se acelera y desplaza / al ritmo de una sábana, / que se encierra en la palma de mi mano, / puño en alto que proclama tu reino, / tacto inmaculado / de este segundo nuevo que estrenamos.

martes, 29 de septiembre de 2009

¿PARA QUÉ SIRVE LA LITERATURA?, Antoine Compagnon

En una época dominada por el imperio del mercado y la cosificación de la cultura preguntarse ¿Para qué sirve la literatura?, de Antoine Compagnon (El Acantilado, 2008, trad. Manuel Arranz) puede parecer baladí. Sin embargo, Compagnon se hace la pregunta y la responde con seriedad en esta lección inaugural de la cátedra de Literatura Francesa Moderna y Contemporánea del Collège de France, que leyó en 2006.
En correspondencia a la sartreana interrogación «¿qué es la literatura?», este profesor bucea en la tradición y siguiendo su proyección trata de situarla y valorarla en la sociedad y la cultura contemporáneas. Para Compagnon la existencia y el futuro de la literatura no están comprometidos a pesar de que las fuerzas del poder pretendan reducir su función a la mera evasión.
Este profesor sigue creyendo, como Sartre, que la literatura tiene el poder de romper las fuerzas opresoras que imperan en toda sociedad alienada. «La literatura es una fuerza de oposición: tiene el poder de combatir la sumisión al poder», afirma. De aquí que confíe en que la literatura pueda restaurar «la armonía del universo, ya que su propia unidad está garantizada por la integridad de su forma, por antonomasia la del poema lírico», que se manifiesta a través de la lectura y la imaginación. Para él es aquí donde la conciencia del individuo «encuentra una armonía plenamente vivida con el mundo».
No se trata de que la literatura sea utilizada para guiar al pueblo, sino de que a través del lenguaje literario (poético) exponga lo que él llama «inadecuación del lenguaje», es decir, la corrupción del lenguaje que propicia el poder, para desvelar la verdad latente: presente en potencia, agazapada fuera de la conciencia, inmanente, singular, y hasta ese momento inexpresable».
En este sentido, Compagnon responde que la literatura en la sociedad contemporánea sirve para expresar «el malestar de la cultura», del que hablaba Freud, y la civilización y a la vez ser su remedio dotando al «hombre moderno de una visión que trasciende las limitaciones de la vida cotidiana».

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¡ABSALÓN, ABSALÓN!, William Faulkner

La relectura al cabo de muchos años de ¡Absalón, Absalón!, de William Faulkner (La otra orilla, 2008, trad. y posfacio de Miguel Martínez-Lage) supone reexplorar el universo faulkneriano y sentir en plenitud la densidad y la riqueza de su literatura. Es virtud de la escritura de W.F. , a la que en este caso habría que añadir los ajustes de la nueva traducción, arrastrar al lector hacia ese territorio donde las contradicciones morales de los personajes quedan expuestas hasta el desgarro.
Una y otra vez los hechos son repasados a través de un relato que avanza, retrocede y vuelve a avanzar descubriéndonos en cada ocasión aspectos que los explican y dan sentido hasta que el lector entra en el mismo corazón del drama. O quizás debiera decir de la tragedia, porque lo que prevalece en la obra de Faulkner, y en particular en Absalón, no son tanto los hechos como la fuerza atávica que arrastra a los personajes hacia un destino contra el cual libran una lucha que saben perdida de antemano, pero que la afrontan porque sólo «quienes odian no necesitan de la esperanza» o porque la vida, como W.F. escribió a un amigo, «es una frenética carrera de obstáculos hacia la nada».
Como toda obra maestra, este libro exige al lector un alto compromiso para asumir la densidad de una escritura cuyo propósito es entrar en las interioridades del alma de unos personajes trágicos que se revelan arquetipos morales de una sociedad que, bajo la pátina de la modernidad y el desarrollo tecnológico, sigue en muchos aspectos anclada en la brutalidad.

lunes, 7 de septiembre de 2009

UN ENCUENTRO, Milan Kundera

Milan Kundera pertenece al linaje de escritores comprometidos con su oficio -«el arte de la novela», le llama él-, lo cual supone, en su caso, asumir y proyectar la tradición cultural europea en todas sus manifestaciones. Un encuentro (Tusquets Editores, 2009; trad. Beatriz de Moura) es un ensayo que complementa sus ensayos mayores -El arte de la novela, Los testamentos traicionados, El telón- y como complemento de su visión de la cultura y su concepción del arte de novelar hay que leerlo. Aunque la nota destacada en portada de Alain Finkielkraut diga que es «un ensayo deslumbrante, escrito con la misma aleación de emoción y reflexión que las grandes novelas de Kundera», lo cierto es que carece de la energía y originalidad de los otros. Pero aun así, hay momentos brillantes y frases precisas que dan a algunos de los siete ensayos un notable realce. Pienso en este sentido en los textos dedicados a Francis Bacon, Janacek, Curzio Malaparte y Anatole France en los que el lector aprecia su inteligencia artística y también su posición ética ante la historia. Allí están las listas negras como perversos ejemplos de la intolerancia intelectual o política o simplemente de la estupidez social alimentada por el sistema, cualquiera sea su orden ideológico.

martes, 1 de septiembre de 2009

KAZBEK, LEONARDO VALENCIA

Registrar la totalidad del mundo, de los mundos, es acaso la aspiración mayor del artista. En pos de este propósito, los escritores realistas del siglo XIX hicieron un portentoso esfuerzo y sentaron las bases de la gran novela burguesa, cuyos principios canónicos la industria editorial aún se empeña en mantener vivos a sabiendas de que hace mucho tiempo que han caducado. Leonardo Valencia, escritor ecuatoriano contradice con talento dichos principios y a través de Kazbek (Eterna Cadencia, 2009) propone un libro de «pequeño formato» fundamentado en diez puntos, el último de los cuales no debe ser escrito, para hacer «del lector un viajero en busca de la luz».
Para Kazbek, Dacal es el protagonista de la gran novela que retratará toda la realidad, pero Dacal se le escurre como se escurre la vida demostrándole la imposibilidad de su ambición. Sin embargo, los dibujos que ese exiliado de los sueños que es el señor Peer lo enfrentan ante el misterio. Los extraños bichos surgidos de los volcanes ecuatorianos constituyen una fauna original capaz de revelarle a él, a Kazbek, náufrago de la realidad con nombre de volcán caucasiano extinguido, la naturaleza enigmática de la creación, que al trascender a una obra artística no atiende a propósitos didácticos ni a los gustos de las masas.
Kazbek, también publicado en España por Editorial Funambulista, es una propuesta original, imaginativa, de Leonardo Valencia, un narrador que recoge la herencia poética que alienta a gran parte de la literatura, para expresar la emotiva tensión del artista coherente ante lo inabarcable.

miércoles, 8 de julio de 2009

LIBRO DEL RETORNO, Carmen Borja

Hay poetas que, desde el primer verso nos sitúan en los más alto de la torre. De esa torre que es un instante epifánico que preludia su abolición, como diría el príncipe aquitano de Gerard de Nerval. Carmen Borja se halla entre estos poetas singulares por su radical sensibilidad y, sobre todo, por su honestidad. Libro del retorno (Lumen, 2007) nos enfrenta al gozo y a los límites de la vida a partir de ese primer verso, siempre volvemos a la casa del padre, que luego se repite como una letanía, como una desesperada oración/constatación, al final de cada poema. Poemas que parecen concebidos como las cuentas de ese «collar de la paloma» que Ibn Hazn de Córdoba imaginó como signo del amor y que, según Borja, no es hijo de un instante si no del portentoso impulso que lleva al ser camino de regreso a casa.
Ese eterno retorno pitagórico por el que siempre volvemos a la casa del padre es asimismo camino de conocimiento, de descubrimiento de las cosas del mundo y del espíritu por el que constatamos que hay belleza en comprender la destrucción / y no temer la muerte y que el fracaso y la esperanza son opuestos simultáneos, dado que aprender es entender. De aquí, viene a decirnos Carmen Borja, que la vivencia del poema es la vivencia del mundo, ese territorio donde hasta el llanto por lo perdido también puede convertirse en gratitud por lo vivido y desde donde el inevitable retorno encuentra su sentido.

jueves, 18 de junio de 2009

ÁNFORAS, Goya Gutiérrez

No hay palacio cabaña o rascacielos / donde albergar la huida / Regresamos o huimos hacia dentro escribe Goya Gutiérrez (Ánforas, Devenir, 2009). El concepto, el trazo y la expresión de estos versos definen una poética sustentada en una celebración de la vida entendida ésta como un don fugaz. Una suerte de atributo del que no es ajena la muerte, esa «novia anoréxica» ante la cual el lamento es una aceptación de la derrota. G.G. sostiene su poesía, cuya sustancia es la belleza, en este principio y en la radical sensibilidad que suele dar la experiencia del dolor, cuando se considera ésta -la experiencia del dolor- un abuso de poder de la naturaleza al que sólo cabe responder con la rebeldía del ser, del querer ser. La certeza más cierta / es una novia anoréxica / de vestido de cola cubriendo su esqueleto // La verdad en cambio brota cuando esa mano / puede arrancar de la nubes / la belleza / Aunque a veces se muestre / como un ángel hiriéndolas / teñidas de un rojo helio-exiliado, escribe G.G. reivindicando la nobleza del espíritu que alienta la poesía que, en este caso, también es decir la vida.
Pero si bien este es el eje central de Ánforas, la economía y la precisión léxica y sintáctica que articulan sus versos abren un rico campo semántico que el lector percibe como un sustrato, como un pálpito, podríamos decir misterioso, de múltiples connotaciones significativas y emocionales que obran como un valor añadido propio de todo aquello que surge de la sinceridad del poeta.

jueves, 28 de mayo de 2009

LA ÚLTIMA PALABRA, Ana Rodríguez de la Robla

Cuenta una leyenda que al morir Beda uno de sus discípulos empezó a escribir su epitafio: Hac sunt fossa Bedae...ossa, pero que, agotado por el inútil esfuerzo de hallar el final adecuado, se durmió. A la mañana siguiente, cuando despertó, el monje vio con asombro que alguien, acaso un ángel, había escrito venerabilis. En el epitafio el adjetivo se unió al nombre y así es como aquel espíritu del siglo VII, que Dante reconoció formando una corona brillante (Paraíso, X), ha atravesado los siglos para que lo conozcamos como Beda, el Venerable.
Ana Rodríguez de la Robla, poeta, filóloga e historiadora española, ha oficiado de antóloga, traductora y editora de La última palabra (Icaria, 2009), un libro que reúne «los últimos poemas -las últimas palabras- con que un puñado de hombres y mujeres que existieron quisieron se recordados y revivificados», como ella afirma en el prólogo.
La palabra, la palabra escrita, se reivindica como último recurso contra el olvido, para quienes han emigrado hacia ese «lugar donde acaba la muerte», como escribió Nezahualcoyotl, poeta, filósofo y soberano de los aztecas. A través de la palabra labrada en la piedra y desde «el firme apretón de la tierra», el difunto apela al diálogo con los vivos -viajeros, caminantes, paseantes casuales- a quienes se dirige en sucintos versos para informar de lo que fue -Aquí estoy enterrada, sierva minúscula. / Me entregué con seriedad a mi deber / de trabajar la lana...-, de la causa que lo arrojó a la tumba - Por seguro ten que aquí me encuentro / -nunca el valor se deja amedrentar- /por vengar a mi hijo, que está muerto-, de los errores cometidos, de la satisfacción de haber vivido o bien, con socarrón humor o ironía, para invitar al ocasional interlocutor a visitar su morada -Escucha caminante, si quieres ven adentro / hay aquí una tabla en bronce que todo lo explica- o simplemente a que no la ensucie -Viajero, en esta tumba no te orines.
Con La última palabra De la Robla nos acerca desde el latín una selección de sesenta epitafios en versos recogidos en la voluminosa Carmina Latina Epigraphica, realizada por Franz Bücheler entre 1895 y 1897 y continuada por Ernst Lommatzsch, según ella misma informa en el prólogo. Es un trabajo serio y riguroso que nos revela el postrer intento humano de resistir la erosión del tiempo, el caer en el olvido, inscribiendo su nombre y, en pocas líneas, lo que su vida tuvo, a su juicio (o de sus deudos), de recordable, para hacer que lo perecedero y la eternidad comulguen en la renovada memoria de los vivos.

viernes, 22 de mayo de 2009

LA PARÁBOLA DE LOS PÁJAROS CANTORES, Mario Satz


La personalidad y la obra de Mario Satz conforman un permanente cuestionamiento de las fronteras geográficas, políticas y, en el terreno literario, de los géneros. Su cultura se ramifica abriendo particulares caminos al saber como lo hacían los humanistas del Renacimiento. Como a éstos, a él el saber científico no le es indiferente, ni el de la cábala, de la que es uno de los más importantes especialistas, y tampoco el arte plástico, en particular la acuarela, suerte que ejecuta con la delicadeza de los chinos, como se aprecia en las ilustraciones que firma en La parábola de los pájaros cantores (Miraguano Ediciones, 2008).
En este hermoso libro, como ya lo indica su título, los pájaros son los protagonistas de una delicada metáfora de la vida y el alma humanas, en lo que éstas tienen de destello del Universo. Con el tono envolvente de los viejos contadores de cuentos y la evocación prosódica en cada una de las fábulas de las narraciones orientales, cuyo ejemplo más significativo para los occidentales acaso sea la vasta Mil y una noches, Mario Satz enfrenta al lector ante verdades tan sencillas como esenciales.
Todas las fábulas contienen una enseñanza presente en la tradición de los cinco continente, pero tal vez la que mejor define el espíritu de este libro dulcemente poético es la LXI, que narra la historia del miná de Java comprado por un amaestrador de pájaros indio, quien le enseña a hablar. Krishniki, que así es bautizada el ave, en su «prodigiosa mente de pájaro archivaba incluso las medias palabras o los más débiles sonidos que se producían a su lado, ignoraba qué cosa sea el olvido». Tras una larga vida y las peripecias que hacen al relato, antes de morir el misná cantó: «Dulce como la miel es esta tierra para todos los seres. Dulce como la miel son todos los seres para esta tierra.»

martes, 28 de abril de 2009

LAS CUATRO MUERTES DE NORA DALMASSO, Hernán Vaca Narvaja

Nora Dalmasso, una bella mujer de cincuenta años, fue en 2006 víctima de un brutal asesinato en Río Cuarto, la segunda ciudad de la provincia argentina de Córdoba. El crimen, rodeado de elementos morbosos y las sospechas de tramas de intereses económicos y políticos, provocó un extraordinario ruido mediático que trascendió la fronteras del país. En Las cuatro muertes de Nora Dalmasso (Ediciones del Boulevard, 2008), el periodista Hernán Vaca Narvaja realiza una verdadera autopsia social de la provinciana ciudad, en particular de su seudo aristocracia, a través de un detallado trabajo de investigación periodística. La lógica del relato, apenas entorpecida por algunos capítulos novelescos, se desarrolla con precisión y claridad para abrir ante el lector las cloacas por donde discurren las aguas sépticas del glamour local.
Vaca Narvaja, manejando una copiosa información, pone de manifiesto no sólo los pormenores del crimen sino también las miserias de una sociedad bovina en la que pocos son trigo limpio. En este contexto, el asesinato de Nora Dalmasso aparece como un eslabón perdido de una cadena sujeta al pasado de muchos que se enriquecieron con el latrocinio de la dictadura militar y que siguen vinculados al poder político y a los negocios espúreos. Vaca Narvaja no da respiro y saca los trapos sucios y la pervivencia de gestos nacidos y naturalizados por la impunidad, desde la escandalosa ineptitud y corrupción de una policía y de una justicia tan serviles con los poderosos como rigurosas con los humildes, la ambición y la irresponsabilidad de los abogados, la insensibilidad del viudo y de sus hijos, el amarillismo de la prensa hasta la hipocresía y los prejuicios de una sociedad que consagra a los mediocres y a los pícaros como referencias de conducta. En definitiva, que el libro, que bien podría titularse anatomía de un crimen/radiografía de un país, parece llevar implícito el mensaje de que con tales mimbres es imposible crear un Estado con instituciones sanas.

sábado, 18 de abril de 2009

MEMORIA ERRANTE, Cristina Falcón Maldonado


Sólo cuando la experiencia del poeta trasciende los límites de su biografía el poema revela su verdad y encuentra la forma y la identidad en las almas de aquellos que se acercan a él. La poeta venezolana Cristina Falcón Maldonado lo sabe y sus versos desnudados de cualquier artificio logran conformar un poema conmovedor que ha titulado Memoria errante (Candaya, 2009). El profesor Diómedes Cordero afirma que este libro es «una experiencia de lugar» y tiene razón, porque Falcón Maldonado ya enuncia desde su mismo título su intención de situarse en un tiempo y un espacio que el desarraigo hace casi imposible. La memoria no es sino el desesperado intento de detener el transcurrir del tiempo y fijar las visiones del instante en un paisaje que, a pesar de todo, sigue desvaneciéndose.

Emigramos / torpes aves / las más rezagadas / las sin bitácora. // De haberlo sabido / no habríamos cambiado por nada del mundo / esta tierra / ese barro bajo nuestros pies, escribe la poeta notariando la desorientación y la nostálgica perplejidad, acaso atisbo de arrepentimiento por una decisión que, al fin y al cabo, no es personal ni individual ni voluntaria, aunque pudiera parecerlo, como se infiere de ese «de haberlo sabido».

Hay otro detalle y no menor que hace de la lectura de este libro algo conmovedor y es la armonía y la musicalidad de sus versos que confieren un delicado equilibrio a esta voz poética que se acerca a la esencialidad, a la extrema desnudez, sin perder la tensión emocional, la carnadura humana de la experiencia, como bien lo ejemplifican estos versos: La inocencia se fue quedando / sin razones / sin abrigo /cuando empezó a estremecernos / la certidumbre /de que nada coincidía / con lo imaginado.

domingo, 12 de abril de 2009

EL CONTRATO SOCIAL, Jean Jacques Rousseau


Jean Jacques Rousseau (1712-1778), un hijo de la Ilustración y precursor del Romanticismo, tuvo una relación conflictiva con sus contemporáneos. No obstante, el filósofo suizo configuró una de las obras más importante del derecho político moderno. El contrato social (Altaya, 1993, trad. José María Valverde) desde su mismo título da nombre a una noción fundamental a la que ya se habían acercado pensadores como Hobbes o Locke, pero a la que él aporta sus rasgos definitivos. Aquellos pensadores consideraban que el ser humano puede reducirse a su instinto de conservación y, consecuentemente, vivir en permanente pugna con sus semejantes. De este modo, dado que el orden natural carece de reglas que garanticen la supervivencia se hace necesario crear un orden artificial. La sociedad civil surge entonces como un espacio que, si bien recorta la libertad del individuo, garantiza la convivencia pacífica.
Rousseau no consideraba el ser humano malo por naturaleza, sino «un buen salvaje», bueno por naturaleza e imbuido de los sentimientos de amor y piedad, que la sociedad corrompe. El contrato social supone el paso del estado de naturaleza al estado civil. Este paso «produce en el hombre –afirma Rousseau en el Cap. VIII- un cambio muy importante, al sustituir en su conducta la justicia al instinto, y al dar a sus acciones la moralidad que les faltaba antes. Es entonces solamente cuando la voz del deber reemplaza al impulso físico, y el derecho, al apetito, y el hombre, que hasta ese momento no se había preocupado más que de sí mismo, se ve obligado a actuar conforme a otros principios, y a consultar a su razón en vez e seguir sus inclinaciones. Aunque en esa situación se ve privado de muchas ventajas que le proporcionaba la naturaleza, alcanza otras tan grandes, al ejercerse y extenderse sus facultades, al ampliarse sus ideas, al ennoblecerse sus sentimientos, al elevarse su alma entera, que, si los abusos de esta condición no le colocasen con frecuencia por debajo de la que tenía antes, debería bendecir sin cesar el feliz instante que le arrancó para siempre de aquélla, y que, de un animal estúpido y limitado, hizo un ser inteligente y un hombre».
Quizás, ante la deriva que lleva la sociedad globalizada, la lectura o relectura de este libro puede inspirar a los individuos nuevos términos contractuales con el Estado y quienes han de asumir la responsabilidad de proteger y salvaguardar al ser humano de sus propios instintos salvajes.

viernes, 3 de abril de 2009

EL INVITADO TIGRE, P'u Sung-Ling

Esta es una magnífica muestra de la ficción fantástica en la tradición china. La selección pertenece a La Biblioteca de Babel, una colección de lecturas fantásticas dirigida por Jorge Luis Borges, que Ediciones Siruela publicó en 1985. La traducción de los primeros catorce cuentos, pertenecientes a P'u Sung-Ling, es de Isabel Cardona, quien los tomó de una antología inglesa publicada en 1880, y la de los dos últimos, sacados de la vasta novela Sueño del aposento rojo o Hung Lou Meng, a Borges.
Los cuentos de P'u Sung-Ling, de quien apenas se sabe que se dedicó a escribir después de haber fracasado en sus exámenes para convertirse en letrado, dibujan el extraordinario mapa del imaginario chino, donde los magos y las brujas, los espíritus de los antepasados, los demonios, los dioses y los hombres transitan con pasmosa naturalidad por ese complejo laberinto que es el mundo. No en vano Borges escribe en el prólogo que «en el primer momento, el texto corre el albur de parecer ingenuo; luego sentimos el evidente humor y la sátira y la poderosa imaginación que con elementos comunes - un estudiante prepara su examen, una merienda en una colina, un imprudente que se embriaga- trama, sin esfuerzo visible, un orbe tan inestable como el agua y tan cambiante y prodigioso como las nubes. El reino de los sueños o mejor aún, el de las galerías y laberintos de la pesadillas. Los muertos vuelven a la vida, el desconocido que nos visita no tarda en ser un tigre, la niña evidentemente adorable es una piel sobre un demonio de rostro verde. Una escalera se pierde en el firmamento; otra, se hunde en un pozo, que es habitación de verdugos, de magistrados infernales y de maestros». Es un mero dato informativo que eligiera y recreara uno de estos cuentos -La piel pintada- para incluirlo en El gran libro de las brujas (Parramón, 2009).

martes, 24 de marzo de 2009

POESÍA COMPLETA, Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik (1936-1972) es acaso la mayor poeta argentina del siglo XX. Su Poesía completa (Editorial Lumen, 2001. Edición a cargo de Ana Becciú), despliega ante nosotros una obra tan potente como desgarradora. He desplegado mi orfandad / sobre la mesa, como un mapa. /Dibujé mi itinerario / hacia mi lugar al viento. / Los que llegan no me encuentran. Los que espero no existen, escribió como si pretendiese fijar las pautas básicas de una poética señalada por su propia vida. Sin embargo, como bien afirma César Aira en la biografía que le dedicó, Pizarnik supo forjarse un personaje que se acomodó progresivamente a la intensidad de su poesía hasta que finalmente ésta la devoró. De aquí el equívoco, cuando se la lee, de identificar su obra con su vida y la inestabilidad y fragilidad psíquicas que la condujeron al suicidio. Escribes poemas / porque necesitas / un lugar / en donde sea lo que no es, escribió en uno de esos poemas no recogidos en ningún libro. Es decir, encontrar esa existencia en la que pudiera reconocerse y acabar con su incomodidad existencial: Quiero existir más allá de mí misma; con los aparecidos. / Quiero existir como lo que soy: una idea fija. Quiero ladrar, alabar el silencio del espacio al que se nace. Y de tanto intentarlo logró, con una sobredosis de somníferos, decir adiós sujeto y objeto, y hundirse en la noche abismal de su propia poesía.

martes, 17 de marzo de 2009

BLADE RUNNER


La visión de Blade Runner, de Ridley Scott, supuso un gran impacto. No era, como reconoce su director en la entrevista reproducida en el libro del mismo título (Tusquets, 1988), una película de ciencia-ficción, sino «cine contemporáneo». Un cine que refelxiona sobre la condición humana en el estremecedor escenario de un futuro que empieza a perfilarse en el horizonte de una civilización que ha fracasado como tal. «Esquilo fue un hombre sabio. Puso a Prometeo en los confines del mundo para que protegiera la loca carrera de los hombres en pos de sus "ciegas esperanzas", afirma Rafael Argullol en su artículo inicial. De este modo, empieza un recorrido literario que continúan Guillermo Cabrera Infante, Alberto Cardín, Vicente Molina Foix, Fernando Savater, José Luis Guarner, Eduardo Úrculo y los diseñadores Antonio Miró y Juli Capella & Quim Larrea, epilogado por un poema mío.
Con el tiempo, las reflexiones aquí recogidas confirman la sensación de que la película tiene las trazas de un clásico, porque su director supo ver y darle proyección al librito de Philip K. Dick, «Acaso los androides no sueñan con ovejas eléctricas?». Volver a ver la película y leer este libro tienen la virtud de resituarnos en la realidad y comprender las contradicciones primarias del ser humano -o de sus réplicas- que lo enfrentan a la razón de su propia existencia y de su extranjeridad en el mundo.

sábado, 28 de febrero de 2009

CUATRO DUBLINESES, Richard Ellmann

En Cuatro dublineses (Tusquets Editores, 1990, trad. Antonio Prometeo-Moya), el crítico Richard Ellmann, el primer estadounidense en acceder a una cátedra de literatura inglesa en la Universidad de Oxford, revela las «conexiones dublinesas» entre cuatro grandes genios que revolucionaron la literatura del siglo XX. Oscar Wilde, W.B. Yeats, James Joyce y Samuel Beckett son retratados aquí a través de aspectos poco conocidos de sus vidas y aparentemente poco relevantes, pero que constituyen verdaderas cargas de profundidad en el marco de una sociedad represora. En particular, la religión, tanto católica como protestante, actúa como agente inhibidor contra el cual los cuatro luchan desde distintas posiciones, pero armados con la eficaz arma del lenguaje. La idea del pecado que contamina de sombras las opciones o los gustos sexuales de los cuatro sin resolver o acaso radicalizando la soledad existencial que los embarga y que se traduce en las formas y contenidos de sus obras. Soledad y desazón que bien expresa Yeats cuando escribe Una asquerosa cabeza cabruna y un brazo bárbaro aparecen, / vientre, espalda, culo, /veloces como peces; ninfas y sátiros / copulan en la espuma.

jueves, 19 de febrero de 2009

SIDDHARTA, Herman Hesse

Tras la Primera Guerra Mundial y bajo el influjo de su tradición filosófica, surgió en Alemania la llamada bildungsroman o «novela iniciática», cuya médula narrativa es un recorrido espiritual hacia el conocimiento del mundo. Con el precedente de Las tribulaciones del joven Törless (1906), del austríaco Robert Musil, Thomas Mann, La montaña mágica (1924), y Herman Hesse, Demian (1919), encabezaron este movimiento innovador que caló en el espíritu de las jóvenes generaciones desde entonces. El mismo Hesse, en 1922 dio a conocer Siddharta (Bruguera, 1978, trad. Mª Monserrat Martí Brugueras), una novela que narra el recorrido espiritual de un joven, hijo de un brahman, en busca del conocimiento. El hastío frente a un mundo convulsionado por la violencia y el absurdo ya no es síntoma de un grupo minúsculo sino un sentimiento cada vez más generalizado en la sociedad occidental. Ante esto, Hesse mira a Oriente y ve en las enseñanzas de Buda un punto luminoso que ayudará, en la medida que cada individuo sea capaz de meditar y renunciar a todo aquello que lo ata al mundo, a encontrarse a sí mismo en comunión con el universo. Cuando asistimos no sin escándalo a la banalización de todos los sentimientos humanos, la degradación de los valores morales y a su conversión en un burdo espectáculo público; cuando asistimos que los gobiernos y las grandes religiones protagonizan una soberbia ceremonia de la confusión, la lectura de este libro constituye un bálsamo y, acaso para muchos, un alegato en favor de la esperanza en el ser humano. «Creía [Siddharta] que comprender las causas era precisamente pensar, y que sólo a través de la razón los sentimientos pueden convertirse en sabiduría, es decir, que no se pierden, sino que se transforman en sustancias y empiezan a irradiar su contenido». Es decir, el pensamiento, la meditación y la comprensión del mundo son los instrumentos para atisbar la sabiduría y la paz espiritual.

domingo, 8 de febrero de 2009

EL DINERO, John Kenneth Galbraith

El espectacular crash de la economía capitalista mundial tiene su origen no sólo en los hechos concretos que la han desencadenado -guerra de Iraq, lucha por el control de las fuentes energéticas, especulación inmobiliaria, ingeniería financiera- sino en la falta de ética de la tendencia que ha prevalecido desde el principio en la doctrina ultraliberal impulsada por los Chicago boys encabezados por Milton Friedman.
Creo que la lectura (o relectura) de El dinero (Ediciones Orbis, 1983), de John Kenneth Galbraith resulta esclarecedora para comprender los mecanismos perversos de una doctrina económica factualmente inhumana. Horroriza pensar que EE.UU. utilizó el golpe militar de 1973, encabezado por el general Augusto Pinochet en Chile, para crear un campo de experimentación y aplicación de los métodos de esta doctrina «sin oposición de ninguna naturaleza».
«Como conservador devoto y de principios, el profesor Friedman veía en la política monetaria la llave de la fe conservadora. No requería la intervención directa del Estado en el mercado», escribe Galbraith. Los Estados anoréxicos fueron el objetivo del monetarismo salvaje que se aplicó desde finales de los años setenta hasta ahora y que sumió a casi todos los países del llamado Tercer mundo en dramáticas quiebras. Los excesos, no obstante, acabaron por alcanzar al Primer mundo y es ahora cuando se habla de crisis. Es ahora cuando los Estados a través de sus gobiernos salen con dinero público a ayudar a las empresas privadas y a los bancos, pero sin tocar la propiedad que es la que, en definitiva, impone las decisiones. ¿Sin control de la propiedad pueden los gobiernos exigir a los bancos a quienes han de dar sus créditos?

domingo, 1 de febrero de 2009

MUNDO SUBLUNAR, José Di Marco


Mundo sublunar (Cartografías, 2007) es un pequeño y denso poemario de José Di Marco. Este libro es un diálogo íntimo entre el alma y el cosmos situados en ese inefable lugar donde el silencio y la vida no pueden evitar la fugacidad y el caos. Un lugar en el espacio/tiempo donde el presente es una intermitencia y el poema un efecto que ofrece «una perspectiva inédita de las cosas».

José Di Marco es una de las personalidades más interesantes de la poesía argentina contemporánea. Su trato con el lenguaje, su bagaje cultural y su conocimiento de las tradiciones poéticas le dan un soporte primordial para expresar con sencilla originalidad, no exenta de humor en ocasiones, la suerte y la condición del ser humano en el campo de una sociedad íntimamente fracturada por el dolor de lo que dijo saber tardíamente y el aplastante peso de la falacia política. «Esa cosa no era una piedra instalada en el interior / de la cabeza que pudiera extraersa con pizas al rojo vivo», escribe en uno de sus poemas y en otro concluye «Aquí estamos para ser una derrota que habla. / Una voz que raspa sus muñones / en los desfiladeros de la náusea».

miércoles, 21 de enero de 2009

LENGUAJE Y SILENCIO, George Steiner

Partiendo de la idea bíblica de que somos sujetos verbales y vivimos dentro del discurso, George Steiner reflexiona sobre la vida y la función del lenguaje en la historia de la civilización. Lenguaje y silencio (Gedisa, 2003. Trad. M. Ultorio, T. Fernández Auz y B. Eguibar) es una colección de ensayos, escritos en la década de los años sesenta del siglo pasado en su mayoría, que abordan con inteligencia desde distintos ángulos el largo proceso que ha conducido al lenguaje de pretender abarcar la totalidad de la experiencia y de la realidad del mundo hacia el siglo XVII hasta revelarse al límite de sus posibilidades ya a finales del siglo XIX.
Los devastadores efectos que la industrialización, la cultura de masas y la sociedad de consumo tienen sobre el lenguaje se traducen en su vulnerabilidad frente a los ataques corruptores del poder y en su simplificación léxica. Steiner afirma que la literatura contemporánea no ha salido indemne en la medida que gran parte de la producción literaria expresa una escandalosa mediocridad desde que, con una interesada estrechez de miras se adaptaron los recursos literarios del siglo XIX utilizando la simplificación léxica exigida por la masificación consagrándolo como canon de la modernidad.
Ante esta situación, los arduos esfuerzos por devolver la vida y la capacidad génesica a la palabra para salvar su cada vez más estrechas limitaciones para expresar la realidad parecen conducir irremediablemente el lenguaje al silencio. Así lo sugerían Adorno, cuando decía que después de Auswitchz no era posible escribir poesía, y Wittgenstein cuando afirmaba que más allá de la ciencia teníamos las alternativas de un decir sin sentido o el silencio.

viernes, 9 de enero de 2009

CARAVAGGIO, Helen Langdon


Michalangelo Merisi da Caravaggio es una de las figuras más controvertidas de la historia del arte europeo. «Algunos de sus cuadros fueron rechazados por las mismas personas que lo encargaron, por hallarlos demasiado feos. El reino de lo feo no había empezado aún», escribió de él Stendhal.
La lectura de Caravaggio, de Helen Langdon (Edhasa, 2002, trad. Roser Vilagrassa), abre un amplio horizonte para comprender la conducta y el entorno de un artista genial, acaso uno de los más influyentes de la pintura barroca. Dice Langdon que «para sus contemporáneos, su arte, nacido de los sentidos y basado en modelos al natural, casi tenía poder mágico y causaba asombro y fascinación» [...] que creó un arte católico profundamente arraigado en la espiritualidad contemporánea de la Contrarreforma». Sin embargo, era un individuo provocador y pendenciero, que acabó muerto en una playa en extrañas circunstancias.
Helen Langdon reconstruye en este libro, con detalle y vigorosa plasticidad, la vida de este hombre cuya genialidad artística apenas le servía para contener las reacciones que provocaba su descarada homosexualidad y su atracción por los barrios bajos. Un carácter extraño y díscolo que chocaba necesariamente con los hábitos y costumbres de la alta curia y los ricos hombres que le patrocinaban, en un entorno marcado por la represión, «el terror y los miedos de una época en crisis espiritual» para el catolicismo.

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